El número de emprendedores y de quienes consideran la posibilidad de serlo está aumentando en Aragón, lo que es positivo. Aunque la principal motivación para crear empresas radica en las dificultades del mercado laboral.
El emprendimiento ha adquirido una importancia creciente. Cada vez somos más conscientes de que un trabajo por cuenta ajena duradero y de calidad será algo infrecuente en el futuro, por lo que la creación de nuevas empresas constituye una clara alternativa de empleo. Además, y aunque todavía queda trecho por recorrer, la sociedad percibe de modo más positivo a los emprendedores, en la medida en que contribuyen a la generación de riqueza y a la creación de empleo.
Como consecuencia, cada vez es más frecuente encontrar en el discurso de los agentes sociales y económicos (basta con analizar los diferentes programas y declaraciones de los líderes políticos en esta última campaña electoral) referencias a la necesidad de promover el emprendimiento como vía para salir de la actual situación y consolidar la recuperación.
Dentro de este interés por el emprendimiento, se ha presentado una nueva edición del informe GEM Aragón. GEM (Global Entrepreneurship Monitor) es, sin duda, el observatorio más completo sobre la actividad emprendedora a nivel mundial. En nuestra Comunidad se viene realizando desde 2008, gracias al apoyo del Gobierno de Aragón, a través del Departamento de Economía, Industria y Empleo y de la Fundación Emprender en Aragón.
El principal indicador que se proporciona en el informe es una medida del nivel de emprendimiento en cada región o país (conocido como TEA), que permite valorar el porcentaje de población entre 18 y 64 años que se declara involucrado en una actividad emprendedora con una antigüedad inferior a los tres años y medio. En el caso de Aragón, el TEA en 2014 fue del 4,7%, cifra que supone un aumento del 12% en relación con el 4,2% de 2013. Es cierto que se trata de una cifra modesta, pero hay que tener en cuenta que nuestro país no ha tenido nunca una gran tradición emprendedora y que la situación económica presenta todavía un buen grado de incertidumbre. Es previsible que estas cifras mejoren en las próximas ediciones, en la medida en que se consolide la recuperación.
Otro de los indicadores que proporciona el estudio hace referencia al emprendimiento latente (porcentaje de aragoneses que manifiesta su intención de poner en marcha una empresa en un futuro próximo) y que alcanzó al 6,0% de la población. Este indicador pone de manifiesto la existencia de un cierto potencial emprendedor en la Comunidad, que puede traducirse en un repunte en la creación de nuevas empresas en la medida en que la coyuntura resulte favorable.
Un resultado menos optimista es el que hace referencia a las razones por las que se crean las nuevas empresas. En este sentido, el porcentaje de nuevos negocios que surge como consecuencia de la identificación de una buena oportunidad ha disminuido de forma continuada desde que se realiza el informe. El fenómeno contrario ocurre cuando nos referimos al emprendimiento que surge como resultado de la existencia de una necesidad, que no ha dejado de crecer desde 2008. Así, casi un 35% de las iniciativas se ponen en marcha porque sus promotores entienden que sus posibilidades en el mercado laboral son escasas y el emprendimiento es, en consecuencia, la única alternativa disponible.
Otras conclusiones apuntan que, al igual que ha sucedido en los últimos años, el emprendimiento en el ámbito rural es sustancialmente más elevado que el emprendimiento urbano o que apenas se perciben diferencias en las tasas de creación de empresas entre jóvenes y adultos. Por su parte, el emprendimiento es algo más habitual entre los hombre (57%) que entre las mujeres (43%).
De los resultados del informe se extraen también algunas conclusiones que pueden resultar de interés de cara al diseño de las políticas públicas. Una de las más importantes es que debería promoverse el espíritu emprendedor desde las primeras etapas de la educación escolar (una de las principales carencias en nuestro país es la poca importancia que se concede al emprendimiento en el sistema educativo), así como estimular la formación en la sociedad para facilitar la creación y el crecimiento de los nuevos negocios, fomentar la cultura emprendedora y el reconocimiento social de la labor de los emprendedores, continuar con la reducción de barreras administrativas o desarrollar mecanismos alternativos a la financiación bancaria (‘business angels’, capital riesgo…), que amplíen el abanico de opciones disponibles para permitir el crecimiento de los nuevos negocios.
Autor: Lucio Fuentelsaz es catedrático de Organización de Empresas en la Universidad de Zaragoza y director del proyecto GEM en Aragón