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Javier Botana Pedemonte y Miguel A. Rodríguez Chacón, químicos de la Universidad de Cádiz, terminaron sus carreras en 1981 y 1995. Javier, es hoy Catedrático del Departamento Ciencias de los Materiales e Ingeniería Metalúrgica y Química Inorgánica de la Universidad de Cádiz. Miguel Ángel, ejerce de director de la empresa que ambos fundaron, Titania.
Titania es hoy una empresa de 60 empleados, de los que 40 son titulados universitarios. Está ubicada en El Puerto de Santa María (Cádiz). En sus laboratorios se lleva a cabo el estudio y análisis de materiales y procesos de fabricación dentro de la industria aeronáutica. Su facturación anual es actualmente de 3 millones de euros. Se involucra activamente en proyectos de investigación con la universidad y en retos sociales con su entorno.
A partir de una actividad de transferencia a la industria, desarrollamos un servicio que alcanzó una demanda masiva por parte de las plantas andaluzas de Airbus y su cadena de subcontratación. Esto implicó que se incorporaran al proyecto, poco a poco, más de 10 investigadores que nos dedicábamos exclusivamente a esta actividad. El volumen de actividad que se generó, implicaba una serie de dificultades de gestión desde dentro de un organismo público como es la Universidad, desde la contratación de personal, hasta la renovación de equipos e instalaciones. Todo ello, unido a una demanda en crecimiento por parte de la industria, nos llevó a plantearnos convertirlo en un proyecto empresarial, decisión que tomamos en el año 2006.
Nuestra idea original era montar un centro tecnológico en el que se implicara la propia universidad y la Agencia de Innovación y Desarrollo de Andalucía, algo que, finalmente, no pudimos lograr. De manera que, para llevarlo a cabo, uno de nosotros, Miguel Ángel, tuvo que dejar la Universidad y constituir la empresa para tratar de canalizar esta oportunidad que teníamos en nuestras manos. Partíamos con la ventaja de que el negocio ya lo habíamos desarrollado pero no teníamos ni formación para elaborar un proyecto empresarial a largo plazo ni capital para llevarlo a cabo. Haciendo uso de los CADE de Cádiz y Puerto Real, y gracias a un préstamo participativo del programa Campus, poco a poco pudimos ir montando nuestro primer laboratorio, lo que nos tomó casi 3 años.
La falta de formación en gestión empresarial también fue una dificultad importante, que se solventó gracias al asesoramiento que recibimos de la OTRI de la Universidad de Cádiz y del CADE de Puerto Real. Años más tardes conseguimos ganar un premio de la Caixa que incluía una formación específica en gestión empresarial que definitivamente nos colocó en la senda de lo que necesitábamos hacer para garantizar la viabilidad de la compañía.
Si es un profesor de plantilla nuestro consejo sería que fuera generoso y pusiera en manos de una o varias personas de su equipo el reto de emprender a partir de la idea que se haya identificado en el grupo como potencialmente comercializable. Esta persona debe asumir este reto solo en el caso de que esté dispuesta a renunciar a su carrera en la Universidad para orientarla al ámbito empresarial. Hay diferentes maneras, por parte de los implicados, de proteger tanto la propiedad intelectual de la idea como los posibles beneficios económicos que se pudieran derivar de ella.
La segunda idea importante es la reinversión de beneficios o, al menos, de la mayor parte de ellos. Esto es importante para garantizar un crecimiento sostenido año tras año que permita tener una posición sólida en el mercado, bien a través de la diversificación de servicios / productos, bien en la diversificación de sectores o, incluso, a través de la internacionalización.
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