El estudio del Global Entrepreneurship Monitor Bolivia 2014, elaborado por la Universidad Católica Boliviana, establece que la tasa de emprendimiento en Bolivia es de 27.4, sin duda alguna, una de las más altas de América Latina y el mundo. Quiere decir que en el país existe un espíritu emprendedor muy importante que impulsa la creación de empresas de todos los tipos, inclusive este empuje ha mejorado en los últimos años en Bolivia, porque el emprendimiento por oportunidad (que es aquel que surge para proponer soluciones y llega con un valor agregado para la sociedad porque posee claridad sobre las características requeridas por el producto o servicio en el mercado) creció más que el emprendimiento por necesidad (que es aquel que se realiza por no tener una mejor opción en el mercado laboral).
Cabe recordar que el emprendimiento puede ser empresarial pero también social, en ambos casos se define como la creación y captura de valor extraordinario y es uno de los motores del desarrollo económico. El emprendimiento se produce en tiempos de prosperidad económica, así como también durante las crisis.
Entretanto, la investigación que comentamos también muestra que a pesar del dinamismo emprendedor individual, el país no cuentan con un ecosistema amigable para que estos innovadores y creadores de productos y servicios puedan desarrollarse y ser sostenibles. En Bolivia, existen revolucionarios de la producción pero están solos y el contexto político, académico y empresarial no los apoya. Es decir, no existe un ecosistema que favorezca el emprendimiento.
Un ecosistema es un tejido social de actores e instituciones de diverso tipo que se articulan a través de las principales etapas de la creación de una empresa. A saber: 1) Creatividad e innovación, donde interactúan universidades, centros de investigación, laboratorios, corporaciones y organismos públicos. 2) Emprendimiento, donde se articulan enseñanza, investigación aplicada, políticas públicas y tanto la experiencia como el talento empresarial. 3) Diversos tipo de financiamiento público y privado como ser capitales ángel, semilla , de riesgo e inversión patrimonial. Según Daniel Isenberg de Babson College, un ecosistema de emprendimiento además de redes de personas y organizaciones se compone de varios dominios: una cultura favorable a la innovación, liderazgos claros, capital humano de calidad, mercados desarrollados y una gama de apoyos institucionales y de infraestructura tanto públicos como privados. Ahora bien, cada ecosistema empresarial es único y depende de la idiosincrasia de cada país. Puede ser resultado de iniciativas públicas o privadas generales o del éxito de uno o dos emprendimientos particulares que se expanden y contagian a otros. Ejemplos del primer caso son Israel de los años 70s que creo un ecosistema en base a la necesidad defesa militar o el ecosistema de Irlanda, que se desarrolló en la década de 1980, en el contexto de una enseñanza gratuita, la inversión masiva de multinacionales extranjeras, y la proximidad al mercado europeo. En el segundo, caso, tenemos ejemplos como los de Skype que impulsó el desarrollo del ecosistema de software de Estonia, o la Digital Equipment Corporation en Boston. En general, los ecosistemas pueden ser resultado de un evolución inteligente, un proceso que combina la mano invisible de los mercados y deliberada mano amiga de la dirección pública.
Un subconjunto del ecosistema del emprendimiento son sin duda alguna, las instituciones de educación (colegios, institutos técnicos y universidades) que pueden actuar en toda la cadena de valor. Concentrémonos en el rol de las universidades. Estas, por supuesto, deben actuar en los campos de la enseñanza y la investigación pero tienen también una misión clave en el desarrollo de servicios empresariales de apoyo. El menú de opciones es grande. Están los espacios y sistemas para el impulso de las compañías que se inician (starups). También se cuentan con los concursos de ideas emprendedoras que selecciona las mejores proyectos y después se las apoyan técnica y financieramente. Así mismo están las incubadoras y aceleradoras de empresas en el ámbito universitarios, que a través de varias metodologías apoyan a las firmas en sus primeros pasos. Otro camino para impulsar ecosistemas de emprendimiento son las mentorías y el coaching de diverso índole para personas y empresas. Finalmente, y no por eso menos importante, están las diversas formas de financiamiento, de los fondos concursables a la participación en el negocios (Spin-off).
Uno de los desafíos centrales en el país es crear movimientos públicos y privados con las participación de nuestra universidades para impulsar ecosistemas para nuestros emprendedores.
Fuente: Correo del Sur