Desde los noventa y gracias a la publicación de Inteligencia Emocional de Daniel Goleman (1995) se ha producido una difusión sin precedentes de un concepto que hasta entonces había pasado desapercibido.
La inteligencia emocional es la capacidad que tiene una persona de gestionar sus emociones y las de los demás para extraer tanto el potencial propio como el ajeno.
¿Cómo nos pueden ayudar estas competencias a la hora de vencer el miedo a emprender?
Desde que Cantillón en el siglo XVII acuñara el término “emprendedor”, éste se ha definido en innumerables ocasiones pero manteniendo como características comunes en todas ellas la incertidumbre del éxito a la hora de buscar una oportunidad y el riesgo -tanto económico como personal-. Aunque hoy en día la esencia del emprendimiento es la creación de valor y no se limita en exclusiva al ámbito económico -existiendo también un emprendimiento social y personal- esos factores de incertidumbre y riesgo no han desaparecido de su definición.
“Conocer y gestionar las propias emociones permite a las personas superar sus miedos y emprender con éxito”.
En la actividad emprendedora, y de manera inherente en la naturaleza humana, ante situaciones de riesgo aplicamos mecanismos de protección. Al aparecer esa emoción primaria del miedo se truncan muchas carreras emprendedoras, aunque esos emprendedores en potencia puedan tener excelentes innovaciones o productos que tendrían éxito en el mercado.
Arriesgarse es una opción escogida solo por unos pocos. Es evidente que es necesaria una mayor formación para los emprendedores como única herramienta capaz de vencer al miedo, tanto en lo que significa el emprendimiento como en inteligencia emocional.
Hoy en día, los emprendedores tienen más facilidades que nunca y existen políticas de fomento del emprendimiento o de la innovación impulsadas por las diferentes administraciones, se incentiva también dicha actitud desde y en las universidades, así como dentro de las propias empresas que potencian el intraemprendimiento colaborando con el trabajador.
Gracias a los avances que han llegado con las nuevas tecnologías y el mundo en línea existen múltiples herramientas y una mayor facilidad al acceso a la información y la formación. Emprender exige recursos, conocimientos, experiencia y tejer una red de relaciones interpersonales e intersocietarias para garantizar el éxito.
Llegados a este punto “Conocer y controlar las propias emociones”, es el inicio de un viaje para un crecimiento personal, necesario y previo al resto de puntos que propugna Goleman en sus teorías. Sin conocerte a ti mismo y tus propias capacidades nunca vas a poder superar tus miedos y conseguir con éxito emprender.
“No existe mejor herramienta para vencer el miedo que reconocerlo en uno mismo”.
El aforismo griego «Conócete a ti mismo» ya estaba inscrito en el pronaos del templo de Apolo en Delfos y sabemos que Sócrates siguió este consejo y lo practicaba enseñándoselo a los demás. La perspectiva psicológica de “Conocer las propias emociones” es un análisis del pasado, de aquello que nos ha conformado. Por el contrario en Grecia su significado era a futuro, como imperativo divino escrito en el templo por el que cada uno de nosotros debe preocuparse por lo que hace, por lo que dice y debe analizar y conocer cuál es su comportamiento para modificarlo, dirigirlo y ser mejor persona. Sólo quienes son capaces de gobernarse a sí mismos son capaces de gobernar a los demás.
La inteligencia emocional ayuda a conseguir alcanzar metas y objetivos personales o empresariales. Cuando un líder controla sus sentimientos y considera los de los demás es más productivo, obtiene mejores resultados en su empresa y genera un mejor entorno de trabajo facilitando a los demás la realización de sus tareas y trabajando cada día para mantener sus equipos motivados.
La capacidad de empatía también ayuda a saber qué desean los clientes, anticipándose a sus necesidades o visualizando lo que necesitan los colaboradores. El éxito debe plasmarse en una ayuda y cooperación mutua como clave para obtener beneficios, para construir alianzas duraderas, buscar socios o contar con equipos de trabajadores cohesionados y sólidos.