Las distintas variables analizadas muestran en su conjunto que la actividad emprendedora continúa en mínimos en 2016 (TEA de 3,8%), situación que viene arrastrándose de periodos anteriores, y que viene a confirmar la lentitud con la que estos valores se están recuperando tras el periodo de crisis que hemos vivido en los últimos años. Sin embargo, los indicadores de 2016 muestran signos positivos que constituyen la base para que la actividad emprendedora pueda ir recuperando la situación previa a la crisis.
En este sentido, cabe destacar que la intención emprendedora tiene una evolución positiva, y la perspectiva socio-cultural del emprendimiento también muestra una evolución que puede favorecer el desarrollo de futuras iniciativas. Así, la valoración social del emprendimiento como buena opción profesional; la disposición de red social emprendedora que proporciona ejemplos y posibilidades de interactuación con otros emprendedores; el autoreconocimiento de capacidad para emprender; y la disminución del miedo al fracaso como inhibidor, son buenas muestras de ello.
También es positiva la evolución del porcentaje de emprendedores que inician su actividad con formación específica, requerida para la puesta en marcha de su negocio, aunque todavía hay un buen número de emprendedores que reconocen arrancar sin la formación necesaria. A pesar de que, como sucedía en años anteriores, el tamaño de las iniciativas puestas en marcha continúa siendo muy reducido, cabe destacar que los negocios creados por dos socios se han incrementado considerablemente, lo que posibilita la combinación de recursos tales como experiencia, conocimientos y contactos.
Desde la perspectiva de los expertos entrevistados para la realización de este informe, los emprendedores cuentan con el apoyo de una buena infraestructura física, comercial y profesional, y con buenos programas públicos de apoyo que alcanzan a todo el territorio. Además, siguen valorando el perfil emprendedor de la Comunidad como una ventaja que facilita el emprendimiento, ya que la población en su conjunto goza de gran iniciativa y de una destacable capacidad para la asunción de riesgos. Sin embargo, a pesar de la importancia social y económica que tienen las empresas de reciente creación para el desarrollo de la Comunidad Valenciana, el acceso a la financiación, las políticas públicas de apoyo y la formación específica para emprender son los aspectos más necesitados de mejora.
En particular, merecen una especial atención los aspectos relacionados con la formación en emprendimiento. En este sentido, los expertos consideran que se debe seguir incidiendo en el desarrollo, desde edades tempranas, de habilidades personales como la creatividad, la innovación y el liderazgo, para facilitar la búsqueda de soluciones creativas a problemas sociales, la capacidad de innovar proponiendo nuevas ideas y favorecer la participación activa en la sociedad, como base de un emprendimiento a futuro. De hecho, uno de los objetivos clave de la Unión Europea para Horizonte 2020 es potenciar la pequeña empresa y promover la cultura del emprendimiento, la competitividad, la innovación y el emprendimiento como factores clave para la recuperación económica de Europa.
Con todo, cabe esperar que estos datos, junto con la evolución esperada del entorno socioeconómico tenga un efecto positivo sobre las tasas de emprendimiento de los próximos años.